Overview
Ha transcurrido una década desde que la cuenca del río Guadiamar sufriera una de las mayores catástrofes medioambientales del último siglo: el vertido de lodos y aguas ácidas tras la rotura de los muros de la balsa minera en Aznalcóllar, Andalucía. El accidente tuvo trascendencia internacional por su proximidad a uno de los espacios naturales más importantes de Europa, la Marisma Doñana, y la gravedad de la situación exigió que se tomaran decisiones inmediatas y se aplicaran medidas de gran alcance para minimizar las repercusiones ambientales y socioeconómicas generadas. En respuesta a estas circunstancias, la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía emprendió un ambicioso proyecto de limpieza y recuperación de la cuenca, el cual pretendía no solamente restaurar las condiciones previas al vertido, sino restablecer la integridad ecológica de toda la región mediante un nuevo Corredor Verde que conectara las marismas del litoral y los ecosistemas de Sierra Morena Occidental para salvaguardar los procesos naturales y las relaciones biofísicas de la zona. Las medidas de restauración constaron de la limpieza de todos los cauces y márgenes aguas abajo de la balsa; la corrección de los suelos contaminados através de enmiendas y aportes de materia organic; el restablecimiento de la geomorfología natural del río; y la revegetación con especies autóctonas en determinadas secciones de la cuenca. Un coordinado programa de investigación y seguimiento a largo plazo ha afirmado la eficacia de muchas de estas medidas y en general, los indicadores de calidad ambiental han sido favorables, reflejando un ecosistema en proceso de recuperación.
Quick Facts
Project Location:
Marisma de Aznalcazar, Doñana National Park, Spain, 37.0666667, -6.370833299999958
Geographic Region:
Europe
Country or Territory:
Spain
Biome:
Freshwater
Ecosystem:
Estuaries, Marshes & Mangroves
Area being restored:
más de 4.000 hectáreas
Organization Type:
Governmental Body
Location
Project Stage:
Completed
Start Date:
1998-04-22
End Date:
2002-04-22
Primary Causes of Degradation
Mining & Resource Extraction, Urbanization, Transportation & IndustryDegradation Description
La rotura del muro de contención de la balsa de estériles mineros de la mina de Aznalcóllar, durante la madrugada del sábado 25 de abril de 1998, ocasionó una de las mayores catástrofes ecológicas de las últimas décadas en Europa. Unos 6 millones de metros cúbicos de lodos piríticos y aguas ácidas con altas concentraciones de metales pesados y otros elementos traza como el arsénico, procedentes de los procesos de flotación de la pirita, se vertieron a los cauces de los ríos Agrio y Guadiamar.
Se anegó la ribera del Guadiamar y las tierras colindantes a lo largo de unos 62 km, con una anchura variable de entre 500 y 1000 metros, desde Aznalcóllar hasta Entremuros, en el límite con el Parque Nacional de Doñana, donde quedó retenido casi la totalidad del vertido por una serie de muros de contención. En total se vieron afectadas 4.634 hectáreas, en su mayor parte zonas agrícolas (cereal, oleaginosas, arrozales, algodón, frutales, olivares y cultivos hortícolas) así como pastizales, pertenecientes a nueve municipios de la provincia de Sevilla. De las 4.634 hectáreas, 2.656 pertenecían al Parque Natural de Doñana y 98 ha al Parque Nacional (ambos englobados hoy en el Espacio Natural Doñana).
La incidencia del vertido sobre los hábitats que conformaban el cauce del río y sus riberas fue brutal, siendo mayor sobre la fauna piscícola. De hecho en los primeros días se produjo la desaparición de la totalidad de la fauna acuícola (principalmente carpas, albures y barbos, aunque también ranas y cangrejos) no sólo por los tóxicos disueltos o en suspensión, sino también por el severo episodio de anoxia provocado por la fina granulometría de los lodos. Los ambientes presentes en la llanura aluvial del río Guadiamar también fueron afectados por la riada tóxica en forma importante. Suelos, plantas y fauna edáfica quedaron sepultados por una capa variable de lodos tóxicos, incompatibles con la vida.
A pesar de la destrucción que se vió como resultado del accidente, es de interés recordar que ya se trataba de un río sometido a numerosas alteraciones y un avanzado nivel de degradación. En los últimos 50 años, la intensa presión humana ha comprendido tales disturbios como la eliminación de antiguos brazos, las extracciones de grava, la instalación de barreras transversales y laterales, la invasión agrícola del cauce, el sobrepastoreo, la roturación de márgenes y la contaminación de sus aguas por vertidos urbanos, industriales y, por supuesto, procedentes de la minería. Estas perturbaciones han ido provocando la pérdida progresiva de la mayor parte de los valores naturales y culturales de la cuenca. Los frondosos bosques de ribera que cubrían la cuenca media y baja y la vegetación de las marismas naturales han desaparecido paulatinamente. Además, se ha perdido la variedad morfológica del cauce (meandriforme, cauces entrelazados y comportamiento divagante), convirtiéndolo en un río estructuralmente más simple, casi restringido a un solo cauce principal con un trazado rectilíneo. Como resultado de estos impactos antrópicos y la transformación del territorio, la cuenca del Guadiamar ha perdido las dos funciones más importantes que desempeñaba en su estado primitivo: la de servir de corredor de especies y procesos naturales entre la sierra y el litoral y la de agente primordial en el régimen de inundación de las marismas del Guadalquivir.
Project Goals
Más allá de conformarse con restaurar los ecosistemas de la cuenca del río Guadiamar a la situación previa al vertido, este proyecto fue planteado desde una perspectiva integral y con unos objetivos de mayor alcance. Se pretende crear un Corredor Verde que restablezca los procesos naturales entre los paisajes del litoral de Doñana y Sierra Morena Occidental y así, recuperar todo el sistema de relaciones biofísicas y conducir los ecosistemas hacia las condiciones dinámicas originales, previas al accidente minero y a otras importantes transformaciones que ha sufrido la cuenca a lo largo de su historia.
El proyecto también busca compatibilizar el desarrollo de la agricultura, la gestión de los recursos naturales, la mejora ambiental, y el fomento del conocimiento y el contacto con el medio. A fin de cuentas, lo que se busca es poner de acuerdo a la naturaleza y al ser humano através de un modelo de desarrollo sostenible.
Monitoring
The project does not have a monitoring plan.
Stakeholders
Tanto el fomento de la participación ciudadana en el seno de la población afectada como las distintas posibilidades que ofrecen la educación ambiental y la comunicación social, impregnaron en gran medida, desde un primer momento, el Plan de Actuación de la Junta de Andalucía para hacer frente de forma inmediata a las consecuencias del accidente minero.
La participación de personas y colectivos que desde el voluntariado ambiental se sumaron al Plan de Actuación, fue crucial para llegar con éxito hasta las previsiones de recuperación pretendidas. Esta participación, organizada a raíz del accidente y apoyada por diversas ONGs (WWF-ADENA, la SEO, Greenpeace), tuvo lugar en una primera fase de emergencia, en la que las acciones voluntarias de recuperación de la avifauna, huevos y pollos sobre todo, o de seguimiento ambiental de la vegetación, fueron fundamentales. A continuación, desde la Consejería de Medio Ambiente se apoyaron distintas iniciativas y proyectos concretos de participación activa propuestos por asociaciones y grupos de voluntarios.
La culminación de este primer Plan de Actuación o Plan de Medidas Urgentes dio paso de forma natural a un proyecto de futuro, planteado a largo plazo en el que el río Guadiamar comenzaba a ser considerado un sistema complejo (con interacciones humanas y naturales, socio-económicas y paisajísticas) sobre el que sería imprescindible desarrollar la gestión integral de su cuenca.
En base a un estudio de investigación social realizado en los municipios de la cuenca, se desarrolló el Programa de Participación y Educación Ambiental del Corredor Verde, el cual tiene varios subprogramas para fomentar la integración entre las dinámicas humana y natural en la cuenca. Entre estos subprogramas se destaca el Voluntariado Ambiental, iniciado en 1995, como la fórmula estrella de participación activa de los ciudadanos, de forma libre y altruista, para comprometerse en la mejora del medio ambiente mediante acciones concretas, aunque no solo con pequeños logros a corto plazo, sino también con una pretensión de objetivos a medio o largo plazo. Esta fórmula de participación supone un compromiso solidario del voluntario con el medio ambiente y el resto de la sociedad, de modo que su actitud y comportamiento pueden llegar a extenderse al resto de las personas de su entorno y provocar un cambio social proambiental positivo.
Pero la participación debe extenderse a otros sectores de población menos proactivos que los propios voluntarios ambientales y para ello se han diseñado diversos planes de promoción de la participación socio-ambiental y cultural. Desde finales de 1999 se han venido desarrollando distintas Jornadas de Participación e Información sobre el Corredor Verde del Guadiamar, que han estado dirigidas a sectores poblacionales y de actividad concretos. De este modo ya se han celebrado Jornadas dirigidas a representantes municipales, con la colaboración de la Asociación par el Desarrollo Rural Aljarafe-Doñana; dirigidas a los agricultores, con la colaboración de la Unión de Pequeños Agricultores; dirigidas a consumidores y usuarios, con la colaboración de la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía o dirigidas al movimiento vecinal, con la colaboración de la Confederación de Asociaciones de Vecinos de Andalucía.
La experiencia derivada de estas Jornadas está convergiendo hacia una comisión consultiva, que se está integrando con representantes de los diferentes municipios implicados y colectivos sociales, perfilándose en la misma la figura de los mediadores sociales o personas implicadas y la red de entidades vinculadas a la participación activa.
Description of Project Activities:
La recogida de lodos se inició el 3 de mayo, 8 días después del accidente. Los trabajos duraron unos siete meses, hasta el 30 de noviembre. En total se extrajeron unos 7 millones de metros cúbicos de lodos y tierras contaminadas, que fueron depositados en la antigua corta de la mina de Aznalcóllar, tras los informes pertinentes de viabilidad aportados por el Instituto Tecnológico Geominero.
La limpieza de cauces y márgenes supuso un reto importante. Buena parte del cauce permaneció durante meses cubierto de aguas, por lo que las labores de limpieza eran muy complejas, hubo que esperar al verano para que estas labores resultaran más fáciles de aco¬meter. Aquellos fragmentos anegados, incluso en verano, fueron sometidos a un proceso de drenado y desecación al objeto de que la maquinaria pesada pudiera operar con eficacia. Los taludes fueron limpiados con especial cuidado de no interferir con la morfología del propio río.
Mención aparte requirieron las acciones sobre las graveras abandonadas, sobre ellas se acumularon grandes cantidades de lodos, por lo que tuvieron que ser objeto de una más intensa labor de limpieza, sobre todo por el hecho de que estas zonas eran puntos vulnerables como lugares de posible contaminación a los acuíferos sobre las que se ubicaban.
El agua embalsada en la zona de Entremuros fue tratada por una depuradora construida al efecto. Hasta tres meses después del accidente, el día 24 de julio, no se inició el desembalse, una vez ya depurada, a las marismas del Guadalquivir. A mediados de septiembre se concluyó el tratamiento y desembalse de aguas, desmontándose los equipos y las infraestructuras.
El almacenamiento del agua durante más de tres meses provocó la contaminación por metales pesados de la vegetación y de la capa superficial del suelo. Tras la depuración de las aguas, la zona fue objeto de actuaciones de recuperación en los últimos meses de 1998, que consistieron en la retirada de toda la vegetación y de la capa superficial del suelo. En octubre, siguiendo las recomendaciones de técnicos y científicos, se iniciaron los tratamientos de suelos mediante enmiendas calizas para la neutralización e inmovilización de la contaminación residual y estabilización del sustrato edáfico.
La decisión de adquirir la titularidad de los terrenos afectados por el vertido se adoptó por el Gobierno de la Junta de Andalucía sobre la base de criterios técnicos, tanto ecológicos como sanitarios y económicos. Ciertamente, el alcance y proyección de las labores de restauración emprendidas planteaban conflictos con la preservación de la propiedad privada que, en cualquier caso, tendría que verse condicionada por severas limitaciones, que en la práctica supondrían una limitación indefinida de derechos.
Además, aunque las cosechas contaminadas por el vertido fueron destruidas y las explotaciones en zonas de riesgo suspendidas, la extensa repercusión mediática de la catástrofe afectó a la comercialización de productos agrarios y pesqueros de todo el Bajo Guadalquivir. Frente a unas 3.000 hectáreas agrícolas afectadas, más de 80.000 podrían estar bajo sospecha. La gravedad de la situación y la necesidad de devolver la tranquilidad tanto a la población como a los mercados, hizo que el Gobierno de la Junta de Andalucía adoptara la importante decisión de retirar definitivamente de la producción agrícola la totalidad de la superficie afectada.
El proceso de adquisición de tierras se efectuó en dos etapas. En una primera fase se abrió un procedimiento de venta voluntaria, tramitado por la Consejería de Agricultura y Pesca, y en una segunda de expropiación forzosa, bajo la responsabilidad de la Consejería de Medio Ambiente. De hecho, fue la primera expropiación de tierras llevada a cabo en España por motivos estrictamente medioambientales.
Una vez retirados los lodos y adquiridos los terrenos se procedió a un intenso proceso de caracterización de los suelos, mediante muestreos, análisis y posterior cartografiado de los resultados. El objeto no era otro que el de concretar de manera eficaz las medidas de corrección que sobre ellos había que realizar. Se tomaron muestras de fondo y superficie, así como de aquellos lugares que no fueron afectados para que sirvieran de blancos de referencia. Se evaluó el contenido de metales pesados y otros elementos traza como el arsénico, así como otras variables indicadoras de la naturaleza del sustrato edáfico como el contenido en S, en varias de sus formas, o en nutrientes esenciales para la vegetación como el fósforo o el nitrógeno.
Como resultado de los análisis efectuados se estimaron una serie de medidas correctoras encaminadas a la recuperación de los suelos, los cuales estaban desprovistos de vegetación en su mayor parte, con restos de elementos traza y con un notable desequilibrio edáfico (pH y ausencia de materia orgánica). Además, hay que tener en cuenta que las labores de retirada de lodos tuvo como consecuencia que en múltiples localizaciones se alterara de manera importante el perfil de los suelos, hasta el punto de que no era infrecuente que quedaran totalmente desmantelados los horizontes arcillosos y limosos del lecho del río hasta llegar a las capas de gravas. Esta circunstancia tuvo que ser tenida en cuenta a la hora de planificar las actuaciones de repoblación forestal.
Las principales actuaciones correctoras sobre los suelos se agruparon en tres bloques principales:
- Tratamiento correctivo de la acidez: Una vez finalizadas las acciones de retiradas de lodos y con el fin de corregir la acidez de los suelos y de las aguas alteradas, dotándolas de la necesaria capacidad amortiguadora ante posibles episodios ácidos, se elaboró un proyecto de realización de enmiendas calizas. Se emplearon restos de espumas de azucareras (en dosis de 3 a 50 Tm/ha, según el estado de los suelos) que se generaban como consecuencia del proceso de fabricación de pasta de celulosas. Este fue un procedimiento de sumo interés, ya que por un lado se le daba uso a residuos agrícolas generados en la comarca, se compensaba el déficit de materia orgánica existente y, por supuesto, se corregían los importantes desequilibrios de pH ocasionados por el vertido.
- Tratamiento correctivo de la componente orgánica: Los aportes de materia orgánica buscaban de manera principal el favorecer un ambiente reductor, con la consiguiente proliferación de bacterias reductoras de sulfato, de forma que se consiguiera el paso de sulfatos a sulfuros, altamente estables.
- Tratamiento sobre la componente inorgánica: Esta actuación se realizó mediante aportaciones de materiales ricos en carbonatos y óxidos de hierro amorfos con el objetivo principal de inmovilizar los restos de arsénico que en el medio pudieran quedar.
Con la finalización de las medidas de recuperación dentro del área afectada por el vertido minero, comenzaron los trabajos de restauración ecológica en el Guadiamar. Estos trabajos se proyectaron en dos grandes ámbitos de actuación, según las características de sus ecosistemas: las marismas del sector de Entremuros y los terrenos de riberas y de la llanura aluvial situados aguas arriba del anterior.
Las obras de restauración en las marismas de Entremuros"”dentro del Espacio Natural Doñana"”se realizaron sobre una zona de casi 1.800 has que resultó afectada por la retención, durante varios meses, de las aguas ácidas provenientes del vertido. Las actuaciones desarrolladas en esta área (tras la depuración del agua contaminada y la regeneración de la vegetación de saladares) consistieron en la restauración de la funcionalidad geomorfológica, hidrológica y ecológica de este espacio, mediante la reconstrucción de los elementos hidro-geomorfológicos de la marisma (cauces, vetas, bancos laterales, etc.) que habían sido destruidos, primero, por las actividades agrícolas y, después, por las tareas de limpieza tras el vertido minero, así como la eliminación de los elementos artificiales (canales, muros y sistemas de drenaje) que desviaban el sistema de su funcionamiento natural. Entre las actuaciones más importantes están la recuperación de más de 15 km del antiguo cauce del Brazo de la Torre y del Caño Travieso, el relleno de canales de riego y de drenaje de antiguas tablas de arroz, la eliminación de sistemas de bombeo y obras de derivación de aguas para riego y la permeabilización de los dos vados que cruzan Entremuros.
En cuanto a la restauración vegetal se descartó una posible replantación generalizada de las más de 1.600 ha de la zona, optándose por facilitar la recolonización natural de la vegetación marismeña. Para impulsar este proceso se llevaron a cabo plantaciones de pequeñas parcelas con plantas de saladares características de la zona para que funcionaran como áreas de dispersión.
Las obras de restauración están permitiendo que las marismas de Entremuros recuperen la funcionalidad y la diversidad de hábitats que tenía en los años 50 del siglo pasado y que, pese al breve tiempo transcurrido, los ecosistemas restaurados estén experimentando un acelerado proceso de maduración.
Por otro lado, la restauración de los ecosistemas de la llanura aluvial del río Guadiamar"”desde Entremuros hasta la balsa minera"”que se vieron afectados por la deposición de lodos piríticos, con una superficie aproximada de unas 3.000 has, estuvo dirigida a la recuperación de la dinámica del sistema fluvial y a la restauración de los hábitats y paisajes naturales de ribera y de monte y matorral mediterráneo para convertirlo en un corredor ecológico. La adquisición de la totalidad de la superficie afectada por el vertido minero permitía llevar a cabo la restauración funcional del sistema fluvial en toda su integridad incluyendo la totalidad de los brazos de crecida que habían perdido su funcionalidad hidrológica por diversos motivos (roturaciones, muros de protección, extracciones de gravas, etc.) y toda la llanura de inundación, al no haber problemas de afectación a predios privados.
En lo que respecta al propio cauce, se consideró mucho más importante recuperar los procesos de la dinámica fluvial que intentar reconstruir su estructura morfológica. Por esta razón, se dejó libre de actuación el espacio limítrofe con el cauce o "espacio de libertad", donde el río pudiera reconstruir su perfil sin restricciones adquiriendo sus atributos característicos de sinuosidad y heterogeneidad y dejando también que fuera la propia vegetación espontánea la que cubriera sus márgenes. En todo momento se tuvo en cuenta la capacidad de autorrecuperación que poseen los sistemas naturales, en modo especial los presentes en ambientes mediterráneos. Se favoreció la restauración de los flujos, tanto en sentido longitudinal como lateral, eliminando las barreras que lo impedían o dificultaban. Se eliminaron estructuras transversales que interrumpían la continuidad del cauce, provocando la división del curso del río en diversos sectores estancos de encharcamiento artificial, alterando drásticamente el régimen del río e interrumpiendo el flujo de las especies acuáticas.
Para la restauración del flujo en sentido longitudinal, se procedió a eliminar todas aquellas barreras (muros de defensa, roturaciones de antiguos brazos de crecida, extracciones de gravas, etc.) que interrumpían la continuidad de los cauces de funcionamiento temporal, conocidos localmente como "madres viejas".
Aparte de las barreras físicas, se consideraron también las barreras químicas, producidas por los vertidos contaminantes, que dificultan la colonización y el desplazamiento de las comunidades acuáticas (aguas residuales urbanas, vertidos de la industria de aderezo de la aceituna de mesa). En este aspecto se puso especial atención en el control y denuncia de los episodios de contaminación ligados a la industria aceitunera que dificultan el proceso de recuperación de las comunidades acuáticas.
En relación con la vegetación, se consideró conveniente proceder al recubrimiento de los suelos con la plantación de especies autóctonas por varias causas: las labores de limpieza habían dejado los suelos prácticamente desnudos y en ausencia de un banco de semillas, lo que acrecentaba los posibles riesgos de erosión. Por otra parte, la permanencia de la zona expropiada como terreno calmo podría infundir en la población la idea de falta de actuación de la administración o de proyecto inacabado. Y, por último, la repoblación contribuiría a incrementar la calidad ambiental de la zona afectada y dotarla de un mayor grado de protección, al pasar a tener la consideración de terrenos forestales, además de favorecer su función como corredor ecológico, al dotar de refugio a la fauna terrestre.
La restauración vegetal se ha desarrollado con diversas tareas y fases, entre las que destacan la preparación de los suelos, los aportes de materia orgánica y la plantación de los antiguos terrenos agrícolas. La reforestación se llevó a cabo según distintos modelos de plantación, de acuerdo con las condiciones naturales propias de cada zona, no siendo concebida como meta en sí misma, sino más bien como el inicio de un proceso de recolonización y desarrollo de las comunidades vegetales naturales, destinado además a frenar los fenómenos erosivos presentes en la zona.
Todas las plantas utilizadas fueron especies autóctonas, desde las propias de ribera (álamo, fresno, sauce, almez, etc.) hasta las características del bosque mediterráneo (encina, alcornoque, acebuche, algarrobo, así como numerosas especies arbustivas). Además, se han reutilizado plantas de gran porte transportadas, con la técnica del escayolado, desde lugares en los que se realizaban diversas obras de infraestructuras. Así, por ejemplo, han sido numerosas las encinas procedentes de las obras de excavación del vaso de la presa del Andévalo en Huelva, alcornoques de la autovía Jerez-Los Barrios y también ejemplares procedentes de entresacas en diversos montes públicos como acebuches de la finca La Alcaidesa (San Roque) y alcornoques de Madroñalejos (Aznalcóllar). La densidad de plantación osciló entre 700 y 900 plantas por hectárea, siendo distribuidas de manera no lineal para conseguir una mayor sensación de naturalidad.
Aparte de la forestación, se realizaron otras intervenciones destinadas a facilitar la reforestación autóctona, como la eliminación de vegetación exótica (casuarinas, acacias y sobre todo eucaliptos) que cubrían amplios sectores de las riberas del tramo norte. Buena parte de los restos vegetales extraídos se emplearon para la construcción de obras menores como escolleras, diques o refugios para liebres y conejos.
En cuanto a la restauración de las riberas inmediatas al cauce se optó por la no intervención en la mayoría de las situaciones, bajo la filosofía de la restauración pasiva. De este modo se favoreció el desarrollo espontáneo de la vegetación riparia. En algunas localizaciones, en cambio, sí fue plantada, siguiendo las recomendaciones de la bibliografía especializada.
Para la realización de los trabajos de restauración y adecuación para el uso público del Corredor Verde del Guadiamar ha sido necesario, como paso previo, la delimitación precisa de los terrenos que lo integran y la instalación de un cerramiento perimetral de separación de los terrenos agrícolas privados.
El cerramiento se hacía necesario también para proteger las nuevas plantaciones de la posible entrada de ganado desde las explotaciones limítrofes, así como para evitar aprovechamientos no permitidos, como la siembra, el furtivismo o la recogida de productos de la zona afectada por el vertido.
Para el cerramiento se optó por un tipo de vallado que, además de efectivo, resultara permeable para la fauna silvestre. Se trata de una malla de seis hiladas de alambre, dos de doble hilo de espino y las otras cuatro de alambre galvanizado, que se apoyan en postes de madera tratada separados cada cuatro metros. El vallado perimetral suma una longitud de 118 km.
Dentro de estos trabajos de cerramiento, con el fin de impedir el acceso de vehículos no autorizados que puedan interferir a los usuarios a pie, en bicicleta o a caballo por el interior del Corredor Verde del Guadiamar, se ha procedido a la instalación de barreras en todos los accesos al mismo desde carreteras y caminos. Se trata de unas barreras permeables que sólo impiden el paso a los vehículos motorizados, permitiendo el acceso por los medios antes citados.
Ecological Outcomes Achieved
Eliminate existing threats to the ecosystem:
El efecto ambiental de los residuos mineros en las aguas todavía es observable en la zona, desde la mina hasta el puente de las Doblas, en el municipio de Sanlúcar la Mayor, aunque en modo muy atenuado. Desde esta localización hacia el sur, el pH se encuentra cerca de la neutralidad, mientras que la concentración de elementos traza disminuye de manera ostensible. De hecho, a partir del año 2002 las tendencias de pH convergen en todas las estaciones de seguimiento, ajustándose a un rango de variabilidad próximo a la normalidad, establecido por consenso entre 6 y 9.
Con respecto a otros indicadores de calidad de las aguas como el oxígeno disuelto, las concentraciones encontradas, sobre todo a partir del año 2000, se corresponden con aguas adecuadamente oxigenadas (por encima de los 4 mg/l) para tramos medios y bajos de ríos. El comportamiento de las medidas de oxígeno disuelto comienzan a converger a partir del otoño de ese año, de forma que a partir de esta fecha los patrones encontrados de descensos en momentos de estío y aumentos en momentos invernales, tras lluvias, se repiten para todas las estaciones con algunas excepciones (en el Vado del Quema y localizaciones próximas a la marisma).
Con respecto a la evolución seguida por los elementos traza como metales pesados o arsénico, puede servir de ilustrativo ejemplo el caso del As o del Zn, elementos químicos de referencia en seguimientos de calidad ambiental de zonas afectadas por la minería. Durante el mes de abril de 1998 (justo después del vertido) se alcanzaron altas concentraciones de arsénico en agua en varias localizaciones; sin embargo unos años después (2002), se superaron los orientadores de calidad solo de manera puntual en aquellos lugares cercanos a la mina y la balsa sellada. Aparte de estos sucesos concretos, las concentraciones encontradas en las aguas del río han sido en estos años, en general, muy bajas.
Al igual que con el arsénico, se alcanzaron altos niveles de Zn (más de 350 mg/l). Sin embargo, en el mismo año no se superaron los 2 mg/l (valor de referencia) en ninguno de los muestreos realizados; mientras que en las estaciones más alejadas a la balsa de Aznalcóllar los valores registrados fueron en todo momento muy inferiores.
No sólo los indicadores físicos y químicos de calidad de aguas, sino también los biológicos han puesto de manifiesto el claro proceso de recuperación ambiental que se ha dado en esta década. Los estudios efectuados sobre las poblaciones de diatomeas bentónicas, algas que viven adheridas a las rocas y fondo del lecho del río, o de las comunidades de macroinvertebrados acuáticos "” como las libélulas "” ponen claramente de manifiesto una diferenciación de los tramos de la Cuenca situados aguas arriba de la influencia de la mina con respecto a los demás. Si bien los últimos estudios reflejan una mejoría de las aguas, con los exigentes criterios de calidad del agua establecidos por la Directiva Marco del Agua (DMA) sería preciso la implementación de medidas correctoras al objeto de alcanzar los objetivos marcados para el año 2015 en buena parte de las aguas del cauce, al igual que en la mayoría de los ríos y arroyos andaluces.
Con respecto a la evolución seguida en el río por especies de vertebrados acuáticos, son claros bioindicadores de calidad ambiental de estos ambientes los anfibios. Si bien la única especie de este grupo zoológico presente en la zona en los años siguientes al vertido fue la rana común (Pelophylax perezi), en los últimos muestreos exhaustivos llevados a cabo en mayo del año 2006 se encuentran larvas de siete especies: Bufo bufo, Discoglossus galganoi, Pelobates cultripes, Pelodytes ibericus, Pleurodeles waltl, Hyla meridionalis y Rana perezi. Actualmente, y debido a la escasez de hábitats reproductivos adecuados, el espacio protegido posee una menor diversidad de especies de estos vertebrados que la esperable, por lo que la restauración debería continuarse mediante la implementación de sencillas pero eficaces medidas como la creación de charcas temporales.
Con respecto a las poblaciones de peces, actualmente el río Guadiamar consta con un total de 19 especies, de las que 13 son nativas. Dos de ellas "” carpín (Carassius gibelio) y gambusia (Gambusia holbrooki) "” no habían sido documentadas anteriormente. El barbo (Barbus sclateri) es la dominante del area fluvial afectada. En la marisma lo son la carpa (Cyprinus carpio) y la gambusia.
El proceso de colonización del río por parte de este grupo zoológico ha sido adecuado, como reflejo de una paulatina mejoría de la calidad del agua del Guadiamar. Partiendo de una situación de cero que supuso la práctica desaparición de todas las comunidades acuáticas en los primeros días, a los cinco años comenzaron a reproducirse de forma natural las primeras especies piscícolas; en siete años ya estaban presentes todas las especies que existían antes del vertido y a los nueve años la recuperación había sido tal que permitió la reanudación de la pesca deportiva en el río.
En el momento presente todo apunta a que el proceso de colonización por las especies piscícolas está estabilizado, aunque también parece claro que la zona no afectada presenta índices de biodiversidad más altos, lo que parece indicar que el proceso de colonización no ha terminado. Además, la presencia de las primeras fases larvarias de estos animales indica que sus ciclos vitales se completan, indicio claro de la recuperación ambiental del área. Dicha recuperación debería seguir avanzando con el paso del tiempo conforme las fuentes difusas de contaminación sean controladas y las estructuras transversals que siguen alterando puntualmente la continuidad física del río, afectando a su dinámica natural, sean desmanteladas.
El desarrollo vegetal que se está produciendo en una parte significativa del Paisaje Protegido parece reflejar la idoneidad de muchas de las medidas acometidas para paliar los efectos ambientales del vertido de lodos. Sin embargo, la porción norte del espacio (con suelos más castigados de manera secular) denota un grado de recuperación más lento en cuanto al crecimiento de la vegetación se refiere, situación que se irá corrigiendo con el tiempo.
La situación es bien diferente en el tramo centro. Esta zona, con un río más maduro desde el punto de vista geomorfológico y una llanura aluvial con suelos ricos en materia orgánica y humedad, muestra una vegetación que comienza a adquirir un porte adecuado en el 54.9% del tramo; más de 25 hectáreas presentan una cobertura considerada como de "muy buena". Es importante destacar que es notable el desarrollo del bosque de ribera en no pocas localizaciones, sobre todo al sur del municipio de Aznalcázar. Sin embargo, esta zona presenta el problema del enorme desarrollo de la vegetación herbácea en primavera (principalmente ruderal) que, aprovechando la adecuada mineralización de los suelos y la humedad presente por la cercanía del cauce y del nivel freático, llega a dificultar el desarrollo de los plantones de matorral y arbolado de forestación.
El último tramo se corresponde con una unidad geoambiental bien diferente, la del dominio de la pre-marisma, antesala de los ambientes marismeños que definen en buena medida al Espacio Natural Doñana. Aquí el 90.2% de la zona presenta una cobertura media o buena y los ejemplos de bosque de ribera presentan un estado óptimo de desarrollo, con series catenales bien estructuradas que dan abrigo a numerosas especies de invertebrados y aves.
En paralelo con la recuperación vegetal, se han producido importantes avances en cuanto a la recolonización del espacio por las comunidades faunísticas.
En los estudios sobre poblaciones de nematodos, se han detectado en el Guadiamar 103 especies. No sólo se han identificado especies cosmopolitas, sino que se han encontrado algunas de carácter exclusivo en toda la región, lo que refuerza el interés de la zona desde el punto de vista de la conservación ambiental. Si bien en los primeros años se observó un gradiente norte-sur creciente de diversidad, éste se ha ido atenuando progresivamente al mismo tiempo que se ha producido la recuperación ambiental del territorio. Actualmente, los niveles de diversidad en la nematofauna del área afectada son equivalentes a los encontrados en áreas limítrofes de cultivos, aunque inferiores a los esperables para áreas forestales bien conservadas, lo que también refleja con claridad que el proceso de recuperación ambiental aún no ha concluido.
Las especies de avifauna han recolonizado el territorio de manera notable. En fechas recientes, los censos arrojan la cifra de 144 especies de aves observadas en el Corredor Verde del Guadiamar, algunas de ellas en serio peligro de extinción como la cigÁ¼eña negra (Ciconia nigra). Si bien en un principio se alcanzaron altos valores de riqueza y diversidad, con el paso del tiempo estos índices se han ido estabilizando. De hecho, en el momento presente sólo la abundancia sigue aumentando, favorecida por la proximidad de Doñana y el restablecimiento gradual de la vegetación arbustiva y arbórea. Al mismo tiempo, la restauración de numerosas graveras abandonadas en lagunas artificiales con agua de calidad y abundante vegetación palustre ha propiciado la llegada de numerosas de especies de aves acuáticas, entre las que destacan las garzas.
En cuanto a la recolonización por mamíferos, parece claro que los fragmentos que aún quedan de foresta en el agrosistema del Guadiamar cumplen un destacado papel en la recolonización del Paisaje Protegido, posibilitando su papel como elemento conector entre Doñana y Sierra Morena. La recolonización del corredor ecológico por especies de elevada movilidad como los mamíferos carnívoros se está produciendo fundamentalmente desde el sur, donde la estructura del paisaje es más compleja. El tejón (Meles meles), la gineta (Genetta genetta) y el meloncillo (Herpestes ichneumon) ocupan la mitad meridional del espacio protegido, adyacente al Parque Natural de Doñana, pero no la mitad septentrional próxima a Sierra Morena. Esta distribución asimétrica se relaciona con un mayor grado de forestación de las riberas, una mayor superficie de áreas forestadas próximas en posición lateral, y una mayor diversidad y complejidad estructural del paisaje en las inmediaciones de la sección meridional con respecto a la sección norte. Otras especies de mamíferos como el zorro (Vulpes vulpes), la liebre (Lepus granatensis) o el conejo (Oryctolagus cuniculus) están bien representadas en buena parte del territorio.
Tras la realización de las actuaciones de restauración, el río Guadiamar ha empezado a recuperar su dinámica natural, volviendo a funcionar muchos de los antiguos brazos de crecida que habían sido obstruidos o transformados por las actividades agrícolas. Por ende, cuando se producen fenómenos de desbordamientos, las crecidas se manifiestan con entera libertad en toda la amplitud de la llanura de inundación, como corresponde a un sistema hidrológico natural.
Factors limiting recovery of the ecosystem:
El tramo norte del corredor verde se caracteriza por poseer un escaso desarrollo de su vegetación, en parte por haber sido la zona más afectada por el vertido minero y en parte por poseer unos suelos menos desarrollados con un fondo natural de elementos traza consecuencia de la minería histórica y de la propia naturaleza del sustrato edáfico y la roca madre. El 61.9% del territorio se corresponde con la categoría de "sin cobertura o con baja cobertura" y tan sólo el 21.2% con cobertura media o buena así como con bosques riparios. Este tramo también se caracteriza por presentar un río con geomorfología poco madura, consecuencia indirecta de las labores de limpieza y remediación posteriores al accidente ambiental. Estas circunstancias se reflejan en un bosque ripario escasamente desarrollado.
El desarrollo de la vegetación en los otros tramos ha sido adecuado, a pesar de que el último muestreo de suelos realizado en la zona del corredor verde demuestra que éstos están aún influidos en cierto grado por el vertido tóxico. Se encontraron concentraciones totales de elementos traza que indican la existencia de contaminación residual (en buena medida ya presente antes del vertido minero), a pesar de la remoción de los lodos y las labores de recuperación llevadas a cabo mediante la aplicación de enmiendas de distinto tipo a los que fueron sometidos. Los valores más altos de As y Pb, elementos menos móviles, se han registrado en las localizaciones más próximas a la balsa, primeros 13 km, tramo que resultó más contaminado por el accidente. En cualquier caso, es importante reseñar que estos niveles residuales de contaminación se encuentran en fracciones escasamente biodisponibles, por lo que la posible incidencia sobre los sistemas naturales es, hoy, poco preocupante por la dificultad de que difundan por las redes tróficas.
Los estudios que determinan las relaciones entre planta y suelo han puesto de manifiesto que la acumulación de elementos traza en plantas superiores puede ser muy distinta en función del elemento en cuestión, especie y órgano vegetal del que se trate. La mayoría de árboles y arbustos empleados en las reforestaciones apenas acumulan elementos traza en sus hojas. Sólo los árboles adultos y plantones de álamo blanco (Populus alba) y sauce (Salíx sp.) acumulan cantidades importantes de Cd y Zn. Algunas crucíferas acumulan talio en sus estructuras reproductoras muy por encima de los niveles normales en plantas superiores, aunque la magnitud de este proceso está muy condicionada por la humedad del suelo. Otras herbáceas frecuentes de la zona también pueden acumular distintos elementos traza en órganos aéreos; algunas Plantagináceas, por ejemplo, pueden acumular cantidades comparativamente altas de As, Pb, e incluso Tl, en sus hojas y espigas florales. En general, la aplicación de enmiendas orgánicas (realizada a lo largo del proceso de limpieza y recuperación de suelos) tuvo un efecto positivo, limitando la acumulación de estos elementos en las plantas herbáceas.
Uno de los aspectos de mayor trascendencia del proyecto de restauración del río Guadiamar y su llanura aluvial ha sido el relacionado con los procesos de recolonización de las comunidades faunísticas. Pese al poco tiempo transcurrido, una década, se manifiestan importantes signos de recuperación, aunque con grandes variaciones entre los diferentes grupos, dependiendo del nivel de requerimientos ecológicos y de su capacidad de dispersión.
Entre los vertebrados, la suerte que han sufrido las diferentes especies ha sido desigual. Mientras que las especies reptiles ligadas al medio acuático, como el galápago leproso (Mauremys leprosa) y la culebra viperina (Natrix maura), han presentado un ritmo de recolonización mucho más rápido, con importantes poblaciones a lo largo de todo el río, los reptiles terrestres están recolonizando el territorio mucho más lentamente. De hecho sólo se han citado seis de las trece especies potenciales que correspondería estuvieran presentes en la región: un gekónido (Tarentola mauritanica), dos lacértidos (Psammodromus algirus, Timon lepidus) y tres colúbridos (Malpolon monspessulanus, Hemorrhois hippocrepis, Natrix maura). Ello se explica, entre otras causas, por su menor capacidad de dispersión y por el efecto negativo y perturbador que han tenido las intensas labores de retirada de lodos y las labores realizadas posteriormente de desbroces y enmiendas de suelos. Suelen ser especies muy sensibles a la existencia de refugios y la ausencia de éstos ha convertido esta zona en un hábitat poco propicio para su asentamiento y posterior dispersión. Para compensar la falta de estos refugios naturales se han construido a lo largo del Corredor Verde del Guadiamar una serie de refugios artificiales aprovechando los troncos de los eucaliptos eliminados.
Socio-Economic & Community Outcomes Achieved
Key Lessons Learned
Diez años después del accidente minero, la restauración ambiental en el Guadiamar es un proceso vivo. Se puede constatar como después de las intensas labores de forestación con especies autóctonas son ya claros los indicios de recuperación vegetal (tanto de ribera como de bosque y matorral mediterráneo). Esta vegetación es expresión clara de la emergencia de unos paisajes que, en buena medida, ya estaban olvidados en esta zona de la cuenca del río Guadiamar tras décadas de profunda alteración antrópica en un territorio marcado por la minería y la agricultura.
Puede afirmarse, en suma y sin riesgos a equivocarse, que la velocidad a la que se están dando muchos de los procesos de restauración han desmentido buena parte de los negros presagios que pocos días y meses después de uno de los mayores accidentes medioambientales de España se dieron. La celeridad y contundencia de las medidas adoptadas, muchas arriesgadas, pusieron a prueba a la administración ambiental de la región y la capacidad humana para superar una crisis de esta gravedad. En este aspecto, el principal legado positivo del vertido minero de Aznalcóllar ha sido el convertir la respuesta dada por las administraciones en una referencia obligada a nivel internacional como modelo de intervención para superar catastrophes ambientales de gran calado ambiental y socioeconómico. Esta es una conclusión que se desprende de la mayoría de organismos internacionales que han analizado en detalle este caso.
Particularmente interesante fue la evaluación a posteriori de los resultados del proyecto que realizó el Banco de Desarrollo del Consejo de Europa en 2003 desde su condición de organismo que prestó ayuda financiera a la Junta de Andalucía para las operaciones de limpieza. En su informe se establecía como conclusión principal que la actuación pública emprendida para superar esta catástrofe debía considerarse como referente para la corrección de otros desastres de naturaleza similar y se destacaban los siguientes puntos fuertes:
–Para la superación de catástrofes de este tipo, la respuesta a tiempo es un factor clave y determinante en los resultados finales. A pesar de los agravantes que suponían la necesidad de hacer frente a una situación de extrema gravedad y de gran complejidad, sin disponer de antecedentes, se considera acertado que se reaccionara con rapidez tomando entre otras medidas la retirada inmediata de los lodos depositados, lo que ha significado una medida crucial para la recuperación posterior de la zona.
–El diseño de los planes de actuación frente a catástrofes de este tipo debe ser sencillo y participativo, con la implicación de los principales agentes sociales, considerándose muy positiva la implicación de la comunidad científica para superar las posibles incertidumbres y elegir las medidas más adecuadas.
–Es muy importante tener bien definidos unos protocolos de actuación para actuar adecuadamente frente a desastres ambientales. Aunque no se habían establecido de forma previa protocolos de intervención, se valora muy positivamente la capacidad organizativa y de coordinación de las administraciones actuantes para controlar la situación. Dentro de estas medidas destaca la creación sólo cinco días más tarde, de una Comisión Mixta de Coordinación al más alto nivel entre la Administración General del Estado y la Junta de Andalucía, en la que quedaron claramente establecidos los órganos que debían intervenir y sus respectivas funciones
–Se considera muy positivo aprovechar el contexto de oportunidad que generan estas situaciones para realizar proyectos de mayor alcance o con objetivos a más largo plazo. Entre otras cosas, se considera que la expropiación ha constituido una medida muy importante para poder llevar a cabo los trabajos de descontaminación y de restauración posterior de los terrenos. Hay que tener en cuenta que en una situación social tan grave como la que se creó tras el vertido si las administraciones hubieran decidido no intervenir hasta que no se determinara judicialmente las responsabilidades por los hechos ocurridos, además de unas consecuencias muchísimo más graves para el medio ambiente, se habría creado un clima socialmente insostenible para los propietarios afectados y un enorme daño para la agricultura de las comarcas más próximas al Guadiamar.
Long-Term Management
En abril de 2003, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía adoptó el acuerdo de integrar el Corredor Verde del Guadiamar en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (RENPA) bajo la figura de Paisaje Protegido, representando el primer espacio al que se aplica esta figura de protección en Andalucía.
La declaración de los terrenos que conforman el corredor como espacio protegido no ha sido fruto de la casualidad, sino que es resultado de un proceso de reflexión que hunde sus raíces en el momento en que el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía adoptó la decisión de expropiar los terrenos afectados por el vertido minero de Aznalcóllar para convertirlos en un corredor ecológico libre de usos agrícolas. Durante el período de ejecución de las obras de descontaminación y restauración ambiental se estuvo debatiendo la oportunidad y conveniencia de dotar a estos terrenos de alguna figura de protección específica.
Una vez que los principales parámetros de medición de la calidad ambiental mostraban una clara tendencia a la normalización, tras cinco años de intensos trabajos de restauración, el Consejo de Go-bierno de la Junta de Andalucía tomó la decisión de declararlo Paisaje Protegido mediante el Decreto 112/2003 de 22 de abril, siendo la primera vez que se aplicaba esta figura de protección en Andalucía. La zona incluida en el Paisaje Protegido ocupa una superficie de 2.706,8 ha que corresponden a la totalidad de la superficie expropiada excluyendo del mismo a Entremuros, al estar ya incluido en el Espacio Natural Doñana.
La declaración del Corredor Verde del Guadiamar como Paisaje Protegido respondía al objetivo de favorecer la protección a largo plazo de este territorio con la garantía jurídica que suponía el dotarlo de un régimen especial de protección y de una normativa que permitiera establecer las pautas de funcionamiento adecuadas con las funciones que se pretendían para este espacio de conservación, de Uso Público y desarrollo sostenible. Es decir, no bastaba con que la titularidad de los terrenos fuese pública, sino que se pretendía otorgarles un marco jurídico que asegurase a largo plazo el cumplimiento de los objetivos de conservación y uso sostenible para los que fueron expropiados bajo el estatus especial que suponía su declaración como espacio protegido.
Las siguientes finalidades, establecidas en el Decreto 112/2003 de 22 de abril, se pretendían con la declaración del Corredor Verde del Guadiamar como espacio protegido:
— Establecer los mecanismos oportunos para llevar a cabo una gestión y ordenación del espacio que contribuya a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
— Garantizar la calidad de las aguas que abastecen los espacios protegidos de Doñana y el estuario del Guadalquivir.
— Llevar a cabo la dotación de equipamientos e infraestructuras que contribuyan al uso público y al disfrute del paisaje, potenciándose programas de educación ambiental y otras actuaciones participativas y de implicación de los ciudadanos.
— Conservar, ordenar y gestionar los sistemas naturales existentes en su ámbito territorial y colaborar en programas internacionales de conservación.
— La sensibilización de la sociedad respecto a los valores naturales, faunísticos, botánicos, paisajísticos, y culturales presentes, articulando para ello los mecanismos de difusión necesarios.
— Promover la investigación científica cuyo objeto sea el conocimiento de aspectos relacionados con la regeneración, conservación, ordenación y gestión de este espacio natural.
— Propiciar conexiones funcionales con los espacios naturales del entorno, en particular con la comarca de Doñana y Sierra Morena, facilitando el desplazamiento de la fauna silvestre.
— Continuar el seguimiento de los indicadores ambientales establecidos para conocer la evolución y el proceso de recuperación de sus ecosistemas.
Sources and Amounts of Funding
más de 165 millones euros La Junta de Andalucía ha invertido más de 165 millones de euros en la retirada de lodos, regeneración de ecosistemas, restauración hidrológico-forestal, adquisición de tierras e investigación. Las operaciones de limpieza fueron apoyadas por la empresa minera Boliden-Apirsa, el gobierno nacional, através del Ministerio de Medio Ambiente, y el Fondo Social Europeo.
Other Resources
Junta de Andalucia
http://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/site/web/menuitem.a5664a214f73c3df81d8899661525ea0/?vgnextoid=33ede3d392055010VgnVCM1000000624e50aRCRD&vgnextchannel=bf477635036a0110VgnVCM1000000624e50aRCRD